UNA DIVERTIDA COMEDIA DE ÁLVARO CARRERO

La propuesta de la Vigesimosexta Semana del Teatro “Ciudad de Lucena” en su penúltima sesión, apostó por traernos la distensión, la frescura y la sana hilaridad de los continuos equívocos entre tres hermanos y una hermana, que apareció en medio de la obra, cuando falleció el padre, como un desliz de éste con una señora macedonia, a quien esperan para resolver el enigma que, como herencia, les plantea.

El ritmo, la ingenuidad y desparpajo interpretativo de las actrices y actores, que cambian de lenguaje y acentos a lo largo de todo el recorrido, como excusa del nerviosismo que les provoca la extraña y disparatada prueba que les propone el padre como herencia, da pie a constantes equivocaciones, malentendidos y apostillamientos de lo que cada quien piensa del otro, de tal forma que crean un ambiente, donde el disparate, se mezcla con la aclaración razonada, el comentario irónico y mordaz, con la opinión real de unos para con otros, y la incoherencia del diálogo, con verdades como puños; todo en un lenguaje general con acento malagueño, que el público asistente premió constantemente con aplausos, interrumpiendo -de facto- el transcurso de la obra.

Respecto a las actrices y actores, he de decir que brillaron todos a un excelente nivel y especialmente, Virginia Muñoz, por la dificultad que entraña desdoblarse en tres personajes distintos: Isabel, la abogada del padre. Juani, la vecina y amiga de la familia. Y la hermana aparecida. Ciertamente, que cada uno de los actores tuvo que enfrentarse a la creación de su propio personaje, que lejos de ser normales, hubieron de ponerse en la piel de alguien a quien les falta un hervor, con lo que se corre el peligro de que se advierta una sobreactuación o verse así mismos forzados al encarnar el personaje correspondiente. Sin embargo, como resalté al principio, la soltura y naturalidad con que abordaron su papel cada uno de ellos, brillaron a tal punto, que salimos de la función confortados por la amenidad e hilaridad constantes.

Respecto de la obra, a mi modo de ver, el autor no tenía más objetivo que el entretenimiento del público, y en ese sentido, cumplió perfectamente con tal fin, aunque desde un punto de vista riguroso, tal vez le hiciese falta trabajar más los diálogos cómicos para evitar la recurrencia a las pregunta y respuestas fáciles y demasiado evidentes para conseguir provocar la risa.

P.C. 12/11/2023